
NEW BULLET-IN VOCES CUBANAS!!!
El número 2 del Bullet-in en formato pdf, con un resumen de posts del portal Voces Cubanas, estará disponible la semana próxima...
¿Te enteraste del número 1 o pasó como un fantasma digital (ghost o blogst)...?
CUERPO PÚBICO
Orlando Luis Pardo Lazo
Alguna vez me senté junto a ella en un banco crepuscular bajo el
puente del Río Almendares. Quería olerla (quería olerme). Su nombre ya
era entonces Dazra Novak, la mujer de mármol mudo de la nueva
literatura cubana (su carnet de identidad es un secreto a voces, pero
nadie sabe quién es).
Dazra, la apócrifa. Novak, la tímida de parques afuera (deseosa es la
que huye de su nombre) y la taimada de textos adentro (con su cuarto
reverberante con la energía de vidrios rebosantes de espíritus
líquidos). Dazra Novak, sexchicera desconocida a sus 30 años y con dos
libros especulares (acaso sean uno solo) entonces todavía sin
publicar.
En La Habana de fin de década finalmente ella los parió, como si
fueran dos temporadas de la misma teleserie estelar: “Cuerpo
Reservado” (Premio Pinos Nuevos, Letras Cubanas 2007) y “Cuerpo
Público” (Premio David, Unión 2008). Apenas rebasan entre los dos las
cien páginas. Entonces, ¿de qué obra estamos hablando cuando hablamos
de Dazra Novak?
Primero que todo, de su intencionalidad. De su mala intencionalidad
antes de tocar la primera tecla. De la ilusión y la inquina. De su
viaje biográfico interior, complaciente e introdespectivo, inseguro y
ególatra: un viraje intestino no hacia la conciencia o el alma, sino
íntima e intensamente visceral, somático y seminal (aunque puede que
la conciencia y el alma sean sólo eso: vísceras humanas, demasiado
humanas de paladear).
Segundo que todo, de su condición de cuaderno. Estos cuerpos picados
en dos o en dos mil esquirlas de Dazra Novak son su bitácora de guerra
para tiempos de paz póstuma. Aquí o en cualquier otro país,
preferiblemente en éste. Por eso su escritura es tan insolente y naif
que conmueve (pobrecita mi niña mala, tan hetero-hedonista y tan
bi-tal). Por eso es su escritura es tan política que nos moviliza sin
molestarnos: leemos una vida que se atreve a levantar la cabeza para
dudar y transgredir toda norma doméstica o domesticada, para
escurrirse entre tabúes y tradiciones (salvarse sin dinamitarse), de
algún modo también entonces para perpetuar esa feliz falsedad social.
No te puedes quedar al margen de Dazra Novak. Ahora, cuando ella (o
él) recién han escrito estos apuntes mitad amateurs y mitad
apuntalados. Ahora, cuando tal vez ya se sienta en confianza de poder
repetir la experiencia y el experimento de narrar el dulce drama de la
nada cubana. Ahora, cuando acaso nunca consiga imitar estos mismos
flujos de angustialegría desde su lúcida y lúbrica libertad.
Porque quien escribió sobre semejantes cuerpos dañados una y otra vez
por la demasiada presión (re-presión), bien conoce y mejor acata los
límites de su discurso. Quien narra aquí deja la mitad de la mitad
soterrada: desde la subversión hasta la pornografía, todo está
escenificado como insinuando lo que nos perdimos por ser solamente un
lector (preferiblemente, una lectora).
Yo no. Yo una vez fui al mar con Dazra Novak. A los arrecifes del
municipio Playa de la Revolución. Al dienteperro cariado que rodea a
esta isla como un cáncer a falta de corales. Estaba triste. Sola.
Vulnerable, y yo era un vultúrido feroz (un pájaro carroñero no menos
triste, solo, vulnerable).
La noté incluso cobarde, al borde de un abismo paralizante, cuando en
realidad sólo necesitaba cerrar los ojos y saltar. Con ropas y todavía
sin libros. Atardecía. Y por eso le ordené meterse así mismo en el
agüita albañal de nuestra Habana ex high-life que estás en el cieno.
La empujé al mar muerto de La Habana del Oeste, primer territorio
tórrido de Occidente (este consejo semi-poético, más erógeno que
antidepresivo, yo lo había visto hacía años en un film).
Dazra Novak lo hizo. Se empapó de NaCl nacional para mí. Su jean
pesaba luego una tonelada de tela. Entalladísimo, frontera textil
blindada a prueba de buitres. Y aún después lo contó a rajatabla en
uno de esos textos-trampas con que seduce al lector o al voyeur o a
ambos. Y así cerramos a dúo el ciclo cínico de la ficción como carne
reencarnada siempre en otra y otra ficción.
El resto (el reto) de las ciento y pocas de páginas que rodea a esa
anécdota fotografiada también están coaguladas de vivencias por el
estilo (por el hastío). De manera que estos dos libelos libérrimos son
los tijeretazos que guillotinan nuestra rala realidad para inseminarla
con un sinsentido mucho más verosímil que el vacío vocacional que hoy
nos devora.
A ti también, por supuesto, antes y después de que leas a este
fenómeno efímero que hasta los infiernos institucionales de La Habana
han autorizado editorialmente a fungir o fingir como una tal Dazra
Novak.